Heredó el don de la profecía y la fuerza del universo, y escogió su verdad y su libertad incluso por encima de las promesas de amor de un Dios. Aunque condenada a no ser creída y que sus intuiciones fueran mentiras para otros, Cassandra enterró sus manos en la arena y hizo del Mar su aliado.
Y así, supo que quien se escoge así misma, y encuentra en la tierra los tesoros del cielo, siempre encuentra la verdadera libertad.
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